Rotación de cultivo: qué es y cómo debes llevarla a cabo

La rotación de cultivos en un huerto es una práctica tradicional y tan antigua como la agricultura. De hecho es imprescindible si queremos tener un huerto ecológico y sostenible, ya que influye directamente en la calidad de la tierra y en el éxito de las cosechas.

En qué consiste la rotación de cultivos

¿En qué consiste la rotación de cultivos? Se trata de planificar el retorno cíclico de una especie a un determinado bancal del huerto, al cabo de varias temporadas. Para esto, es necesario dividir el huerto en diferentes secciones, tablas, bancales o eras, donde se planta un cultivo determinado, que se irá alternando cada temporada. Modificar los lugares de cultivo ayuda a que las características físico-químicas del suelo no se alteren. Algunas especies dejan muchos residuos y materia orgánica en el suelo, como por ejemplo la lechuga; mientras que otros apenas aportan nada, aunque necesitan un suelo rico, como es el caso de las patatas. Intercambiar cultivos en este caso serviría para equilibrar el suelo y favorecer a ambas especies.

Cómo debes planificar el terreno de tu huerto

La duda es, ¿cómo hay que planificar el terreno para la rotación de cultivos? En función de la variedad de especies que se deseen cultivar, se deben hacer separaciones por bancales, cada uno dedicado a un cultivo. La división de especies se puede hacer atendiendo a dos tipos de clasificación:

Según el tipo de planta

  • Cultivos de flor: tomate, brócoli y calabacín.
  • Cultivos de hoja: lechuga, acelga, espinacas.
  • Cultivos de raíz: cebolla, zanahoria o ajo.
  • Cultivos de leguminosa: guisantes o judías.

Según la familia

  • Solanáceas. Demandan muchos nutrientes y necesitan un suelo muy rico. Algunas hortalizas de esta familia son los tomates, los pimientos o las patatas.
  • Umbelíferas. También necesitan un suelo muy rico y fértil. Son umbelíferas las zanahorias, los nabos y los apios.
  • Liliáceas. Son menos exigentes en cuanto a nutrientes. Aquí se engloban los ajos, las cebollas o los puerros.
  • Cucurbitáceas. Necesitan muchos nutrientes además de espacios más amplios. Entre ellas se encuentran los calabacines, las calabazas y los pepinos.
  • Leguminosas. Aportan una gran cantidad de nitrógeno al sustrato por lo que enriquecen mucho el suelo. A esta familia pertenecen los guisantes, las habas o las judías.
  • Crucíferas. Requieren suelos con un buen nivel de nitrógeno. Son crucíferas las coles y el brócoli.

Beneficios de la rotación de cultivos

Planificar el terreno para una rotación continua de cultivos es muy sencillo, y los beneficios que se obtienen son muchos.

  • Beneficia la estructura del suelo, porque se intercambian especies con diferentes tipos de raíz, que crecen a distintas profundidades.
  • Mejora la complejidad orgánica del suelo y su estructura química, ya que algunas especies aportan nitrógeno y otras lo enriquecen con sales minerales. Al rotar los cultivos aprovechamos de forma natural los recursos del suelo a través de la acción de las propias plantas. Si además se acompaña de unos buenos abonados, se puede mantener la fertilidad de la tierra en estado óptimo.
  • Favorece una acción biológica muy positiva al variar la microflora y la microfauna del sustrato, con lo que se contribuye a limitar el crecimiento de plantas invasoras.
  • Se reduce la aparición de plagas, parásitos y otros agentes patógenos.

Te animamos a seguir estas pautas en tu huerto y planificar las temporadas de cultivo tratando de rotar las especies. Notarás la diferencia.

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