La plantación de cultivos de cobertura es una práctica muy común y efectiva que se lleva utilizando desde la época del Imperio Romano. Se trata, pues, de una técnica muy arraigada en el mundo agrícola por las muchas ventajas que proporciona.
Qué son los cultivos de cobertura
Con cultivos de cobertura se hace referencia a los tipos de cultivos que cubren el suelo con diferentes propósitos. Son diferentes de los cultivos primarios, ya que en este caso se utilizan para apoyar las necesidades secundarias del agricultor. Generalmente no se cultivan para el consumo humano o para el comercio, sino que sirven para aumentar el rendimiento y la salud del suelo y para alimentar el ganado. Sin embargo, entre las especies utilizadas para cultivos de cobertura también existen algunas aptas para la venta o para consumo propio, como es el caso del maíz o el alforfón. Los agricultores distinguen diferentes tipos de cultivos según las estaciones, ya que cada especie vegetal tiene unas características particulares y una forma de manejo diferente.
Terrenos en los que se realizan
Los cultivos de cobertura son muy importantes en la agricultura ecológica porque aportan fertilidad al suelo de forma natural sin utilizar fertilizantes químicos. Estas especies forman parte de lo que se conoce como abono verde, que contribuyen a fijar el nitrógeno atmosférico para aumentar las reservas de nitrógeno en la tierra, y que es uno de los nutrientes más fundamentales para el desarrollo de las plantas. Además, quedará disponible para varios cultivos futuros.
Beneficios del cultivo de cobertura
Los cultivos de cobertura sirven para mejorar la biodiversidad porque aumentan la variedad de especies en un área, evitando el crecimiento de malas hierbas. También contribuyen a minimizar la cantidad de agua que drena de un cultivo de forma que se protegen los cursos de agua. Por otra parte, aportan cobertura y mantiene los suelos protegidos de la erosión, gracias a que las raíces forman porosidad en el suelo para que el agua filtre en profundidad. Otro de los beneficios de estos cultivos se produce durante el corte de los mismos, ya que tras la siega se convierten en abono verde para un suelo fértil, o en cubiertas protectoras que mantienen la tierra protegida de las condiciones meteorológicas.
Tipos de cultivos de cobertura
Los cultivos de cobertura se dividen en tres categorías principales: leguminosas, gramíneas y no leguminosas de hoja ancha. La mayoría de variedades cumplen varias funciones a la vez.
Gramíneas
Son cereales de ciclo anual como el trigo, la cebada, el maíz, la avena o el trigo sarraceno entre otros. Crecen bastante deprisa y los residuos que dejan se gestionan muy fácilmente. Tiene un sistema radicular fibroso y fuerte que mantiene el suelo muy protegido contra la erosión. En lo que a nutrientes se refiere, las gramíneas acumulan una gran cantidad de nitrógeno en el suelo gracias a la simbiosis con la bacteria azospirillum.
Leguminosas
Los cultivos de cobertura con leguminosas son magníficos fijadores de nitrógeno. Su sistema primario contribuye a evitar la compactación del suelo habitual durante el crecimiento de las plantas. Las leguminosas más habituales son el trébol blanco y el encarnado, la alfalfa, las habas, la veza o el caupí.
Plantas no leguminosas de hoja ancha
Este tercer grupo de cultivos tienen la capacidad de absorber nitrógeno del suelo, lo fijan y, tras su siega, producen abono verde. No son aptos para los inviernos fríos, pero se pueden utilizar como cobertura de otoño, y se utilizan con frecuencia para controlar la maleza y las malas hierbas. En este grupo se encuentran los nabos, las mostazas, caléndulas, brásicas o rábanos forrajeros, entre otros.
Como resumen, los cultivos de cobertura mejoran la fertilidad del suelo y favorecen el desarrollo de los cultivos primarios, por lo que es una técnica que merece la pena implementar en nuestro huerto.